Ah...cómo hemos cambiado...

Pasa la vida y todo sigue igual, decía la canción.

Recuerdo cómo hace ya varios años decidí sumergirme en el mundo de la radio nocturna. El 'culpable' fue mi tio, en cuyo transistor había escuchado alguna vez una melodía que desde el principio me atrajo: rá, rá, rá. Y como no tenía nada mejor que hacer a medianoche, me hice oyente de 'El Larguero'.

Mi edad era temprana y mi resistencia la mitad que ahora. Además el toque de queda me impedía dar tumbos por mi casa a altas horas de la noche, por lo que en Invierno me resultaba casi imposible reunirme con la radio. Eso sí, en Verano no fallaba: a las 00:00h, radio en mano. Se me viene a la mente aquel walkman que me transmitía la voz de un periodista fuera de serie: Don José Ramón de la Morena, Joserra para los amigos. Era un walkman moderno que permitía a mi séptimo sentido -séptimo,sí- cerciorarse de que aquel Joserra era un tío magnífico, y que sobretodo disfrutaba con su trabajo. El programa era dinámico y entretenido, vencía con facilidad el sueño acumulado por aquellos agotadores y calurosos días.

Pero la época del walkman pasó y llegó a ocupar su puesto el señor Discman. La misión seguía siendo la misma: a la hora de las brujas, encendido para la cita con José Ramón. Joserra sonaba en mi discman de reciente adquisición igual que en mi antiguo walkman: excelente. Sus entrevistas eran un perfecto exprimidor que sacaba lo mejor y lo peor del entrevistado. Todo marchaba genial. Incluso Jose Ramón parecía mejorar cada vez más, parecía no tener límite. A mí me caía bien José Ramón, pese a sus gustos futbolísticos. Juro que me sorprendí cuando pude poner cara a aquella voz por primera vez, cuando vi la foto de aquel señor que me entretenía las noches –uy, como suena eso-. Pensaba que tendría cara de buena gente. No es que tenga cara de criminal, pero no ‘era lo que yo esperaba’. Aún así, yo seguía fiel a su programa.

A su programa tengo que agradecerle que allá por 2004 –Eurocopa de Portugal- me decidiera por fin por una canción favorita. Tragicomedia era el título, Estopa el autor, y Joserra una vez más el encargado de transmitírmela. Quién me conoce bien sabe por qué elegí aquella canción. Quién no, que lo imagine. Pero todo toca su fin, y esta vez le tocó la retirada al Discman. Para cubrir su baja, fiché a Don MP3. El programa parecía seguir igual, pero creo que Joserra notó el cambió y comenzó a estancarse. Sus entrevistas cada vez eran menos dinámicas, y sus actuaciones cada vez me convencían menos. Y así hasta hoy.

Hoy el mp3 sigue a mi lado, cada noche. Pero el tiempo no perdona y José Ramón parece otro. Parece que ya no disfruta con su trabajo, que está regañado con el mundo, y que tiene que demostrarle a alguien que él es más estrella que sus entrevistados. El tío parece ahora el abuelo. Da imagen de viejo cascarrabias. Con sus ‘amigos’ se muestra –demasiado- pasteloso, con sus ‘no amigos’ justo al revés: apuñalamiento total. No hay término medio. Con Etoo, Alonso, Iniesta y demás todo son alabanzas. Con Aragonés, Del Nido o Villar todo son discusiones. Me da que José Ramón acude cada noche a los estudios de la Ser para seguir la tradición, pero creo que la ilusión que tenía y desprendía aquel locutor que escuché por primera vez una noche de Verano ya se ha perdido. Ahora, y cada vez con más frecuencia, el mp3 me surte de música en vez de surtirme de ‘El Larguero’. Y ahora sí, ahora le doy ventaja al sueño para que me derrote, ya no me importa perderme mi dosis diaria de radio nocturna. Se esfuma Joserra, y yo con él.